Manuel Monsalve: El Doctor No
Ante la ya frecuente pregunta de sí la delincuencia, el crimen organizado y el narcotráfico están de alguna forma sin control, imperando en todo el país, la respuesta del Gobierno siempre es la misma: No.
Difícilmente un funcionario, de cualquier Gobierno, contestaría algo diferente, y eso de cierta forma es casi entendible. Hacerlo significaría no solo admitir una realidad ya extendida en Chile como es el fenómeno de la inseguridad, sino que también la responsabilidad de una gestión que siempre en este aspecto ha estado al debe.
Asumieron sus cargos de Gobierno pasando de
apoyar explícitamente la inconducta pública de las hordas del mal llamado
estallido social, hasta justificar, desmerecer e intentar cubrir con un manto
de olvido, la rápida intrusión de las narcomafias en la política y San Ramón es
la mejor prueba de aquello.
Resulta difícil indultar delincuentes comunes o reunirse
con un terrorista buscado por la justica, en Paris, y luego salir al frente a
perseguirlos. Tan difícil como ganarse la confianza de policías y carabineros
que ahora son su brazo investigativo y represor del crimen organizado, la
delincuencia común y el terrorismo, después de que los denostaron, persiguieron
judicialmente y hasta amenazaron con disolver sus instituciones.
Hace muchos años que desde la política acuñaron
diversas formas para la palabra Verdad.
Entre más alambicadas fueran las explicaciones,
definiciones y argumentos públicos, menos problemas tendrían para mantener el
ejercicio del poder. Esa es la práctica que practican casi como un mantra.
Por cierto, culpar a este Gobierno y a sus
autoridades por esta conducta sería un despropósito. Aquello acompaña la
gestión gubernamental desde hace mucho, casi como un axioma.
Pero la Verdad sigue teniendo una sola gran
definición. Siempre será el juicio o proposición que no se puede negar
racionalmente. La conformidad objetiva entre las cosas, los hechos y las
afirmaciones.
A pesar de su formación profesional como médico,
el subsecretario del interior Manuel Monsalve insiste en sus afirmaciones
ambivalentes y cuando no, negar los hechos que nos abruman a todos.
Se ha especializado en ello o quizás siempre fue
parte de su desconocida impronta. Lo cierto es que hoy su cargo o función bien
podría llamarse la de “Subsecretario de las medias verdades”.
El problema es que no existen las medias verdades,
señor subsecretario. O estas lo son o son simplemente mentiras.
Una mujer no puede estar medio embarazada, un
cadáver no puede estar medio muerto y un gobierno no puede ser medio inepto. En
los tres casos lo correcto es la objetividad de los hechos: estar o no
embarazada, estar o no muerto, ser un Gobierno inepto.
Y el problema es que para el Doctor No, quien
niega, decora o relativiza los hechos, la inseguridad que invade todo el país
es solo una sensación de la gente.
El pasado fin de semana, cuatro menores de edad
de entre 13 y 17 años fueron acribillados y rematados por un grupo de
delincuentes que usando armas automáticas, que no se venden en el mercado,
acabaron con sus vidas. La respuesta, también automática del Doctor No, fue
asegurar que se trataba de “un problema territorial entre bandas de traficantes”.
Cuando el propio fiscal del Ministerio público no
terminaba de impartir las instrucciones de investigación a Carabineros de
Chile, el subsecretario del interior y seguridad pública definía “la matanza de
Quilicura”, como una reyerta entre bandas narcos.
Es más importante establecer un tipo delictual y conocido
por la ciudadanía, que reconocer que fueron asesinados 4 niños de una población
de Santiago.
No se trata de exculparlos a priori o de negar la
ocurrencia de este fenómeno delictivo que incluye a menores de edad. Se trata
de reconocer que los niños son víctimas de este descontrol que hoy vivimos y
que forma parte del ámbito de su competencia.
Se trata de no estigmatizar personas, en este
caso niños, de sectores populares del país con el propósito de dirigir la
discusión al terreno más favorable para su gestión. Chile ha combatido hace
mucho los delitos relacionados con el narcotráfico. Por eso es que se apuró en
rayar la cancha para que su discusión se diera en un área que maneja y en donde
puede decorar con datos la Verdad que busca ocultar.
Cuando secuestraron, torturaron y asesinaron al
refugiado político venezolano, Ronald Ojeda, Manuel Monsalve y su Gobierno se
apuraron en poner un manto de duda sobre la participación de la dictadura de Nicolás
Maduro en una operación en territorio nacional.
Transitaron desde la duda para luego abrirse “a
todas las hipótesis”.
Los hechos, la realidad, finalmente la Verdad,
terminó desmoronando esta ecléctica estrategia en donde por supuesto, tuvieron
el apoyo coordinado de sus partidos políticos. Menos del Comunista, quienes
elevaron la apuesta afirmando que había sido una operación de la CIA o una
purga entre venezolanos opositores al régimen Chavista.
Hasta hace algunos años la función de decorar las noticias, de contar medias verdades, de crear relatos que luego eran difundidos por medios de comunicación, cooptados o afines al Gobierno de turno, era facultad casi exclusiva de la Secretaría General de Gobierno, función que por cierto, cumple hoy en forma destacada la señora Camila Vallejo.
Pero el Doctor No se ha empeñado en discutirle en la práctica, ese sitial en el que la ministra comunista pareciera no tener competencia.
El subsecretario del interior Manuel Monsalve, ha
sido un leal escudero de este insuficiente Gobierno, negando los hechos y la
verdad.
Pero ello no puede ser interpretado como un elogio. Más bien como una vergüenza que lo acompañará más allá del 11 de marzo de 2025.
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